De los primeros que poblaron la montaña quedan herramientas y vasijas. Más tarde, en los siglos V y IV a.C. fue ocupada por los cesetanos (íberos) que dejaron como legado una tintorería —la única que se conoce del mundo íbero—. Los romanos estuvieron a principios del siglo I a.C. y se conserva la muralla, la cisterna y la torre-atalaya. A lo largo del siglo X se sucedieron luchas entre cristianos y musulmanes al estar muy cerca de la frontera de los dos mundos, hasta que en el siglo XII, y tras ampliar la frontera cristiana hacia el sur, la población comienza a vivir más en la llanura para aprovechar los campos de cultivo, el agua y las vías de comunicación. Aunque quizás la joya de la corona de este complejo arqueológico sea su iglesia románica del siglo X-XII que se puede ver desde cualquier punto del valle.
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